Tocaba el timbre y no me daban las piernas para salir corriendo por la escalera que daba al patio. Bajaba a los apurones para disfrutar del "recreo largo" con mis amigos. Cada día era inolvidable. Cada juego, un desafío. Cada recreo, un recuerdo. Seguro que a vos te pasaba lo mismo.
Los varones, además de la infaltable pelota —que podía ser una media, papel envuelto en cinta o algún otro invento—, contaban con otros asiduos invitados como las bolitas, las figuritas o los noventosos tazos (a los que había que hacer rebotar contra la pared y esperar que queden lo más cerca del muro posible para ganar).
Las chicas, por su lado, aprovechaban para llevar la soga y el elástico. "Salir" y "entrar" de la cuerda era lo más difícil, aunque la concentración del salto conjunto también requería su práctica. La rayuela también solía estar marcada en cada piso de cada colegio y llegar al cielo por entonces era lo más deseado.
Entre los juegos que compartíamos nenas y nenes estaban el Poliladron, los diferentes tipos de Mancha —saltada, televisor, venenosa y muchas, muchas otras—, el Martín Pescador, el Pato Ñato y las siempre actuales Escondidas. La mayoría de éstos consistían básicamente en la persecusión del rival para atraparlo en algún caso o tocarlo y así hacerlo perder, en otro.
¿Qué otros juegos de recreo recordás? ¿Cuál era tu favorito?
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