A contramano de la mayoría de los adolescentes, Florencia Ventura (24) terminó la secundaria a los 17 años en su Bariloche natal y viajó a buscar su destino a Buenos Aires. Mucho antes de llegar a las pantallas como modelo y conductora, la rubia se recibió de organizadora de eventos en la Fundación de Altos Estudios de la UCES. "La elegí porque era una carrera corta, relativamente simple y tenía materias diversas que me servían para todo tipo de cosas en la vida. Mientras tanto, trabajé en un local de ropa de microcentro, en un call center, y luego en una concesionaria de autos. Hasta que en la última etapa de la facu empecé con los castings para publicidades", confiesa en el comienzo de una entrevista íntima con Ciudad.com, acompañada por una producción de fotos en la que luce toda su belleza.
"Mi cuerpo es de ésos que aunque no vaya durante un año al gimnasio, en una semana ya está tuneado".
-¿Cómo fue la experiencia de trabajar detrás de un teléfono?
-Fue el peor trabajo de mi vida, estaba desesperada por trabajar porque la plata que mis papás me mandaban por mes no me alcanzaba para todo. Duré sólo dos meses. Lo peor eran las barrabasadas que me decían, lo mal que te trata la gente por estar tan enojada con la empresa. Me decían de todo menos linda...
-Justo a vos, que en la calle debés recibir varios piropos por metro cuadrado...
-(Risas) Lo que pasa es que yo llamaba en el horario de la siesta para ofrecer servicios de telefonía, para que la gente se anime a gastar más plata, aunque siempre estaba el que me decía que tenía linda voz. Hasta que un día me vi la cara en el baño y pensé "¡qué hago acá recibiendo toda esta mala energía!". Parece una boludez hablar por teléfono, pero no está tan bueno. Ya después en la concesionaria estaba en la recepción y sí me decían piropos. Además, podía hacer resúmenes para la facu en los ratos libres. Eso fue entre mis 18 y 20 años.
"Lo peor de trabajar en el call center eran las barrabasadas que me decían, lo mal que te trata la gente por estar tan enojada con la empresa. Me decían de todo menos linda, porque llamaba en el horario de la siesta para ofrecer servicios de telefonía, para que la gente se anime a gastar más plata. Aunque siempre estaba el que me decía que tenía linda voz".
-¿Te gusta el modelaje?
-Al principio la remé, mucho no me gustaba. Los castings para publicidad son complicados porque van miles de chicas y eligen sólo a una. No me sentía complacida ni sentía que podía demostrar nada de lo que podía hacer o me gustaba. Cuando terminé la carrera, le pude poner más foco.
-¿Ahí arrancaste a formarte como actriz?
-Sí. Hice varios seminarios y cursos. Me gustaba, pero tampoco era en lo que me sentía más cómoda. Tomé clases de canto, que también era algo que me gustaba, y sigo tomando clases. Me gusta cantar, pero más como hobbie. Hasta que tomé clases de improvisación, ahí fue cuando me hizo el click y me di cuenta de que lo que más me gustaba era irme por la rama de la conducción. Al conducir programas en vivo, la improvisación está latente, para descontracturarte y reírte. Tuve como profesor a Gabriel Gavila, el que hace el show de Improvisados.
-¿Así fue como llegaste a descubrir tu vocación de conductora?
-Sí, mi pasión. Ahora estoy al frente de Los 15 mejores, con Juani Martínez, en el canal Quiero; como notera de Combate, en Canal 9; y en C5N conduciendo A la noche junto a Diego Moranzoni. Me encanta trabajar con Dieguito. Estar como conductora en C5N fue una oportunidad única y en ningún momento se me cruzó decir que no quería trabajar los sábados. Además, nos está yendo re bien, hay noches que a las 3 de la mañana hacemos 2.5 de rating y pienso que la gente ya no sale de su casa, ja, ja. Es un programa que al ser largo, te da tiempo para hablar de todo tipo de temas, me permite aprender y conocer un monton de cosas. El único sacrificio es dormir la siesta los sábados a la tarde. Igual, es una ventanita para que me vayan conociendo los productores de televisión y que quizá el año que viene me eligan para hacer otro programa en un horario más central. Mi anhelo es tener mi propio programa en un canal de aire, ya sea de deportes, moda, viaje o entretenimientos. Lo que sea, acepto el desafío.
-¿Estás de novia con el bajista de Agapornis?
-Sí, ja, ja. Hace más o menos un año que estoy saliendo con Leandro Zingale (24). Se dio que trabajaba en un programa de música y pegaba conducciones de eventos, hasta que me tocó presentar a Agapornis en La Matanza. El grupo me gustaba, pero para mí los chicos eran todos iguales, y a Melina Lezcano la conocía de Multitalent. Entonces, en el recital, veo a uno de los músicos relajado, que se me había parado casi al lado y me miraba. Como estaba con mi mamá, ni bola, pero lo había fichado. Cuando me voy, me meto en el Twitter de Melina y busco cuál de los chicos era, hasta que lo identifiqué por una foto, y empecé a seguir a Lean por Twitter. Al rato me llegó un mensaje de texto, se ve que le había pedido mi teléfono a Melina, que hizo de celestina. Yo justo el sábado siguiente tenía un cumple y le dije que iba a ir a bailar a un boliche, que si quería, podía venir. Cuestión que me cayó con tres amigos (risas). A partir de ahí nos escribimos y al mes nos pusimos de novio.
Flor está de novia con Leandro Zingale, el bajista de Agapornis: "Al principio me negaba a ponerme de novia con un pibe que se la pasaba de gira, que las adolescentes se le tiran encima. Le dije que era celosa y que no quería tener complicaciones, pero el me pidió que me quede tranquila y confíe. Se porta re bien".
-¿Influyen los celos en la pareja?
-Al principio me negaba a ponerme de novia con un pibe que se la pasaba de gira, que las adolescentes se le tiran encima. Le dije que era celosa y que no quería tener complicaciones, pero el me pidió que me quede tranquila y confíe. Menos mal que le hice caso porque es súper caballero, se porta re bien. Lo acompaño a la mayoría de las giras y todas las que siguen a la banda saben que estamos de novios y son respetuosas. Al contrario, capaz que sería más difícil para él conmigo, Lean tenía más miedo que yo al principio.
-¿Ya conviven?
-Compartimos mucho tiempo juntos, pero no convivimos oficialmente. La realidad es que de siete días de la semana, Lean se queda en mi casa cinco, porque si bien tiene su departamento en La Plata, la mayoría de los shows son en Buenos Aires. Vive en mi casa, pero no lo quiere asumir (risas).
-¿Te gustaría casarte y tener familia en un par de años?
-Sí. Pero primero tiene que haber una convivencia, porque soy una persona que a veces no me banco a mí misma y me quiero tirar del balcón por lo intensa que soy. Imaginate con alguien más (risas). Habría que charlarlo bien, y sobre todo, tener un espacio más grande que mi dos ambientes. De hecho, Leonardo está construyendo una casa en Mar del Plata y la idea es irnos a vivr allá más adelante. Me encantaría casarme y tener familia, no ahora porque estoy en un muy buen momento laboral, no es para tener un bebé. Siento que estoy en una etapa de crecimiento y me falta mucho más por aprender.
-En esta convivencia encubierta, ¿quién se encarga de cocinar y lavar?
-Por suerte tenemos a "Santa Lidia" que se encarga de todo, es la que nos prepara el desayuno y nos lava la ropa. No soy el estereotipo del ama de casa, pero cuando ella no está, me encargo de antenderlo. Igual, cocina más Leandro que yo, pero porque le gusta. Él se da bastante maña para las cosas de la casa. Es más, lo que me enamoró de él es que una noche llegué a mi casa y encontré las estanterías del vestidor colocadas y todos mis zapatos ordenados.
"Sólo me operé las lolas, y aunque parezca tonto, me subió el autoestima. No me haría ningún otro tipo de cirugía".
-¿Cómo mantenés tu figura?
-Mucho le tengo que agradecer a mi papá, todo se lo debo a sus genes, que es pura fbra y músculos. No me mato ni con dietas ni ejercicios. Sí hago wakeboard, o surf en el verano, me gusta andar en bicicleta y en rollers al aire libre. Me anoto en el gimnasio, pero me aburre soberanamente. Mi cuerpo es de ésos que aunque no vaya durante un año al gimnasio, en una semana ya está tuneado.
-Aunque pasaste por el quirófano...
-Sí, la única cirugía que me hice fue la de lolas. Saqué el físico de mi padre, que lolas no tiene. Mi mamá y mi hermana son súper pechugonas y era una decisión tomada hace tiempo. Desde que me operé, todos resaltan mi cambio de actitud y hasta la forma de caminar. Parece tonto, pero me subió el autoestima, porque como además tenía caderas chiquitas, antes parecía un varoncito. Me puse un tamaño moderado, acorde a mi cuerpo porque quería que quede natural. Me aportó seguridad y también me sumó a nivel laboral. Eso sí, no me haría ningún otro tipo de cirugía, como la cola o sacarme costillas, o esas cosas raras que una escucha.