El Mundial de Brasil 2014 quedará en la historia argentina por el subcampeonato de la Selección, por el partido final con Alemania que definió al ganador de la copa y por haber tenido a miles de compatriotas en la hinchada.
Sin embargo, para dos familias de periodistas argentinos el evento se convirtió en lo peor de sus vidas. Por un lado, Tití Fernández debió afrontar la muerte de su hija María Soledad cuando el auto en el que se trasladaba volcó y cayó por un barranco. La joven resultó expulsada, provocando su muerte instantánea.
"Mientras comenzaba a escribirle un mail al Topo para acordar nuestro encuentro antes del partido, recibí un tuit del Cholo Simeone dándome el pésame por lo ocurrido con él... Un balde de agua helada. Peor. Me quedé muda. ¿Qué? ¿Cómo? ¿De qué hablaba? Unos pocos instantes después recibí centenares de mails y mensajes de periodistas y amigos en el mismo sentido. Lo que de ningún modo podía ni debía pasar había pasado. De esa manera supe que mi gran amor había muerto justo el 9 de julio, día del cumpleaños de Agustín, nuestro hijo mayor".
Por otro, Verónica Brunati, periodista deportiva, también recibió la peor noticia en medio de la cobertura de la Copa del Mundo. Jorge "El Topo" López, su pareja, padre de sus dos hijos (Agustín, de 5, y Lucía, de 3) y colega suyo, murió en otro accidente automovilístico en San Pablo cuando dos ladrones, en un auto robado, impactaron sobre el taxi que lo trasladaba.
A un año y tres meses de la tragedia, Brunati escribió del diario Clarín.
"Apenas horas atrás habíamos llegado desde Belo Horizonte, donde pensábamos regresar al día siguiente luego del partido Argentina-Holanda para celebrar el cumple de cinco de Agustín, nuestro hijo mayor. Esta cobertura era asunto de familia: allí habían quedado nuestros dos chicos con mi mamá ya que el Mundial era demasiado largo para dejarlos en Buenos Aires", comenzó Verónica.
Y siguió: "No suelo creer en premoniciones, en videncias ni en nada de eso. Pero lo cierto es que esa noche no pude dormir. Tuve una especie de frío interno que no se me pasó por más que me envolví con diez frazadas. Era un frío parecido al que sentí cuando murió mi padre. Pero no lo advertí en el momento (...). Mientras comenzaba a escribirle un mail para acordar nuestro encuentro antes del partido, recibí un tuit del Cholo Simeone dándome el pésame por lo ocurrido con el Topo … Un balde de agua helada. Peor. Me quedé muda. ¿Qué? ¿Cómo? ¿De qué hablaba? Unos pocos instantes después recibí centenares de mails y mensajes de periodistas y amigos en el mismo sentido. Lo que de ningún modo podía ni debía pasar había pasado. De esa manera supe que mi gran amor había muerto justo el 9 de julio, día del cumpleaños de Agustín (hasta teníamos la torta y las velitas preparadas en Belo Horizonte). Unos delincuentes venían huyendo de la policía paulista en un auto que terminó chocando accidentalmente contra el taxi donde viajaba el Topo".
El relato, sumamente emotivo, sigue con palabras precisas, duras y reales: "Yo, no voy a negarlo, creí que me estaba volviendo loca. Llegué a pensar en matarme. Pero no podía darme ese lujo ni por mí ni por mis hijos que necesitaban de mi presencia, de mi contención, por suerte para todos no tenía derecho a derrumbarme. E intentaba responder sus preguntas; no comprendían que la muerte significaba que nunca más volverían a ver a su papá. Lloraban mucho. Y yo me desesperaba de impotencia y de dolor. Lucía aún hoy me propone a veces que hablemos con el hada Campanita para que traiga a papá del cielo".
Verónica finalizó: "El costo a pagar por la pérdida, claro, ha sido demasiado alto. Ya no está el Topo con mis hijos y conmigo. Ya no puedo besarlo. No puedo tomar su mano en las noches como lo hacía siempre. No lo escucho reír. Pero vive en nosotros su amor, su generosidad, su entrega, su sentido del humor, su deseo de superación. El Topo siempre será parte de lo que nosotros somos. No hay día que no agradezca haber descubierto con él el sentido profundo del amor. Y ojalá un día lo descubran, también, mis hijos".