El viernes estalló el tema en Intrusos cuando Marcela Tauro dijo, en medio de un diálogo con Jorge Rial: "¿Tinayre no tenía otra hija? De la edad de Marcela (65)... ¿Vos no sabías esa historia?".
El tema llegó hasta Mirtha Legrand, quien estuvo casada con Daniel Tinayre desde 1945 hasta que el director de cine murió en 1994. Al ser consultada por la prensa, Mirtha respondió: "¡Qué disparate! Nunca había escuchado eso".
Cuando la versión cobró más fuerza en los medios, Mirtha decidió cortar por lo sano y, a través de su abogada Mariana Gallego, envió un comunicado que mostraron en exclusiva en El Diario de Mariana.
"Durante los últimos días hemos asistido, en algunos medios de comunicación, a la generación de un rumor falso, carente de todo rigor y objeto periodístico, afectando la memoria, el respeto y la honorabilidad de Daniel Tinayre. Daniel fue padre de sólo dos hijos: Marcela y Daniel (ya fallecido) fruto del matrimonio con su única esposa, Rosa María Martínez Suárez viuda de Tinayre".
El texto completo:
Durante los últimos días hemos asistido, en algunos medios de comunicación, a la generación de un rumor falso, carente de todo rigor y objeto periodístico, afectando la memoria, el respeto y la honorabilidad de Daniel Tinayre.
Daniel fue padre de sólo dos hijos: Marcela y Daniel (ya fallecido), fruto del matrimonio con su única esposa, Rosa María Martínez Suárez, viuda de Tinayre.
En virtud de la memoria de un gran hombre, el respeto de sus hijos y esposa y el amor que el público tiene a la Sra. Mirtha Legrand, solicitamos a quienes tienen en sus manos el deber de informar con dignidad y verdad, guarden el respeto oportuno y cesen de inmediato tan graves y falsos comentarios.
Mirtha Legrand es una abierta defensora de la libertad de prensa, con el único límite de la "real malicia", doctrina que expresamente califica así a cuestiones donde, como en este caso, concurren:
a) Una noticia falsa.
b) Un agravio manifiesto que afecta la memoria de Daniel.
c) Una actividad dolosa destinada a difundir una noticia falsa que tiñe de sospecha la vida de una persona pública y su entorno.
Todo esto, sin perjuicio de la reserva de derechos respecto de las acciones que pudiese iniciarse, ya sea para hacer cesar los dichos calumniosos, y/o sancionar los daños ocasionados.