El patriarca de una familia muy poderosa anuncia que se retira como jefe de la compañía y sus hijos buscan persuadirlo para que nombre a uno de ellos como sucesor. Esa es la trama que dispara Succession, la serie dramática de HBO que narra la historia de los Roy, una familia dueña de una de la compañías de comunicaciones más exitosas del mundo, pero tan millonaria como disfuncional.
Un verdadero “juego de tronos” que no tiene lugar entre castillos y dragones, sino entre los despachos de Wall Street. Sin armaduras medievales, pero con elegantes trajes de diseñador, las despiadadas batallas y traiciones familiares por el manejo del imperio mediático convirtió a Succession en una de las series del momento.
Con Adam McKay (La gran apuesta, El vicio del poder) como director de su épico primer episodio y Will Ferrell como uno de los productores ejecutivos, en sus dos temporadas Succession puede mezclar geniales momentos de comedia con otros dignos de una tragedia moderna de Shakespeare, para mostrar un retrato crudo y desalmado de las lealtades en la industria de los medios.
En la piel de un magnate tan brillante como cruel, Brian Cox (Troy) lidera un elenco que también incluye a Jeremy Strong, Kieran Culkin, hermano de Macaulay, Sarah Snook, Nicholas Braun y Matthew Macfadyen, entre otros.