Cristian Urrizaga, 30 años, porteño de Barracas, adiestrador de perros, entrenador de kick boxing y ex adicto al juego. No fue el participante 19, no era gay, no tenía romances con famosas, ni buscaba fama, pero se compró al público casi instantáneamente.
“Soy jugador, pero hace tres años que dejé todo”, se presentaba el decimoquinto participante de Gran Hermano 2011. Y ahí estuvo su clave desde el inicio: el juego, la estrategia, el plan. Poco a poco, comenzó a transformarse en “el invencible”, “el líder natural”, “el rey de la casa”, “el carismático”, “el más popular” y hasta en “el ganador del reality”, todos apelativos utilizados por los mismos “debatidores” de Telefe que incrementaron su fama segundo a segundo, golpe a golpe.
Pero esta foto ya la vi el año pasado en ShowMatch con Fabio “La Mole” Moli. Un boxeador, desconocido popularmente, que llegaba a la pista de Tinelli tras una fallida temporada de teatro en Carlos Paz y una participación como chimentero en la televisión cordobesa. Al instante, se sumó cómodamente al mundo chimenteril a pesar de aclarar siempre que no le “gustaba el puterío”. Y ahí arrancó su juego…
¿Cristian U y La Mole son lo mismo?
Ambos renunciaron, los dos se enfrentaron a casi todos sus compañeros, se mostraron familiares y fieles a sus parejas, se desbordaron miles de veces y otras tantas pidieron disculpas, explotaron al máximo sus posibilidades comerciales, se enfrentaron fuertemente con mujeres (el de GH fue muy violento con Solange, La Mole se insultó con Moria Casán); pero volvieron y siguieron su plan.
Jugadores por naturaleza, deportistas de disciplinas violentas, agresivos verbalmente pero incapaces de llegar a las manos, aunque siempre la posibilidad esta latente. En su ingreso, Urrizaga declaraba “el deporte me permite controlar la agresión”, y lo demostró a lo largo del concurso. Moli se enfrentó con Fort duramente varias veces y amagaba con irse a las manos, pero el momento no llegaba nunca y el televidente siempre se quedaba esperando esa última jugada. Jamás se alejaron de su objetivo.
La clave de estos dos mediáticos es sin dudas su carisma. Esta cualidad de motivar fácilmente la atención y el fanatismo a través de personalidades magnéticas, los convirtió en finalistas. Sino, habría que plantearse si sus actitudes en boca de otros participantes no hubieran sido letales.
¿Que hubiese pasado si Paula Chaves bailaba como La Mole? ¿Qué hubiese ocurrido si Martín Anchorena agredía a Solange como lo hizo Cristian? Eliminación asegurada.
Ambos tuvieron un fuerte rival. Chaves, con su historia con Pedro, se convirtió en la sombra del boxeador. Emiliano y Anchorena son los rivales de la casa y podrían ser el David que le aplique el hondazo final al Goliat U. Pero la tele no sigue caminos bíblicos y todo puede cambiar. Recién el primero de mayo podremos confirmar si Cristian Urrizaga fue “la gran Mole de Gran Hermano 2011”. ¡Culiao!