Gerardo Sofovich me honró con su amistad y sus consejos en estos últimos diez años. Lo conocí en los pasillos de Canal 9, y como siempre fue un rusito cabrón, te medía mucho, antes de brindarte su cariño. No tuvo una vida fácil, y seguramente todas esas tempranas adversidades forjaron su carácter de acero, pero ese feroz rigor lo llevo rápidamente hasta la cumbre del espectáculo argentino.
Sofovich marcó los últimos 55 años del mundo del espectáculo (cine, teatro, tele, radio, gráfica), inventó decenas formatos exitosísimos y a más de media farándula local. Le gustaba que se lo reconozcan, y si no él lo recordaba solito, porque sentía orgullo de su recorrido.
Lo enojaba la mediocridad de los suyos y de los ajenos, adoraba a sus nietos Tatiana y Nacho, no podía estar sin su gatito Wilbur, ni sin su fiel mano derecha Ester. Sus amigos eran el Dr. Oscar Salvi y su mujer Analía, los matrimonios Cantarella y Shester, su cardiólogo Luis de la Fuente, Avelino Tamargo y Edgardo Ossman. Extrañaba a sus padres, a su hermano, y a sus amigos Fidel Pintos, Rolo Puente y Juan Carlos Calabró.
“Abuelo, feliz cumple”, le dijo Tatiana desde Georgia (EE.UU.) en su último cumpleaños, que lo festejó en BDV, mi programa de Magazine, y por primera vez lo vi realmente emocionado en la tele. La pelea con su hermano Hugo y la enfermedad de su hijo Gustavo fueron sus grandes heridas en la vida. En los últimos años, la traición de su exmujer Sofía Oleksak y la enfermedad de , la madre de su único hijo, también lo golpearon fuerte. Sin embargo, siempre me decía que había sido muy feliz, había recorrido el mundo varias veces, había llegado a la cima en lo suyo, y sentía el afecto del público.
Se fue sin ese mega homenaje que la tele le debe. Nació como autor y se consagró en todos los rubros: dirección, conducción, producción, y hasta en la actuación. Tenía una memoria prodigiosa, tan importante como su cuota de acidez. Se llevó a la tumba miles de anécdotas laborales y la lista de sus amores, porque según él, “los caballeros no tienen memoria”.
Estaba atento a todo, y jamás bajaba la guardia. Como muestra, comparto una de las tantas charlas por WhatsApp que tuvimos. Ésta es del 6/10/13 (a las 2 am):
Gerardo: Ay, nene! Me vas a sacar canas verdes! Acabo de leer tu artículo en Ciudad.com. Sofía y yo estamos legalmente divorciados desde el 11 de abril de 1912 (sic). No existe ninguna cuestión judicial pendiente. Portate bien. Me voy a dormir.
Yo: 1912? Como la ley Saenz Peña?
Gerardo Sofovich: JajAja! 2012! Mea culpa!
Yo: Te gane una!
Gerardo Sofovich: Además, Sofía dice que ahora yo para ella soy una planta. Ella, en cambio, para mí sigue siendo una bellísima flor… Aunque está llena de espinas!
Ese era su humor y el grado de confianza que me dio. Y con miles de esos intercambios lo recordaré siempre. En su última visita a mi programa dijo: “No le tengo miedo a la muerte porque es algo natural, pero espero que no se apure”.
¡HASTA SIEMPRE, QUERIDO GERARDO!