Jimena Aduriz, la madre de Ángeles Rawson, la adolescente de 16 años asesinada en 2013 por el portero de su edificio de Palermo, recordó hoy, a siete años de su muerte, a su hija con un emotivo mensaje en las redes en el que compara la situación de no poder verla más con una "cuarentena sin fin".
"Hace 7 años que te veo a través de una pantalla, que te doy besos y te acaricio a través de un vidrio, que nuestra distancia social es total. Que no tengo una llamada, que no escucho voz, ni tu sonrisa, ni tus enojos. Eso es la muerte", escribió Aduriz en un mensaje en su Facebook.
"Hoy es el día que transformé en tu homenaje como hacía con tus cumples que amabas. Todos los 10 de junio de hace 7 años reúno a todos los que te amaron, a los que me acompañan, hacemos tu misa, nos juntamos para celebrar tu vida", explicó la mamá de Ángeles.
"Este año es muy duro Mumín, porque eso tan esperado no se puede hacer. 'Por un bien mayor, mami', me estarías diciendo y es así, pero no deja de agregarle más dolor", continuó.
Por último, Aduriz le dice a su hija: "Seguiremos en esta cuarentena sin fin hasta que te vuelva a ver. Mi amor y mi todo lo que siento por vos crece cada vez más, porque eso nunca nos lo van a quitar. Mi nena, mi orgullo, mi vida".
En la entrevista con Télam, Aduriz aseguró que le gustaría que algún día el asesino de su hija, el portero Jorge Mangeri, confiese su autoría en el crimen y que le cuente qué fue lo que le pasó, y que más allá de que lo perdona, espera que cumpla toda su pena de prisión perpetua en prisión.
El 10 de junio de 2013, Ángeles "Mumi" Rawson (16) regresó a las 9.50 a su edificio de la calle Ravignani 2360, luego de haber asistido a su clase de gimnasia del colegio.
Según lo acreditado en el juicio, la adolescente no llegó a entrar a su departamento de la PB "A" porque se topó en el hall con el ahora condenado Mangeri (52).
Para la Justicia, con algún engaño, el portero llevó a Ángeles a un sitio del edificio -para la fiscalía fue el sótano y para la querella la portería del octavo piso-, y allí inició un ataque sexual no consumado que, por la resistencia de la víctima, terminó en el homicidio.
Ángeles murió estrangulada y sofocada en no más de cinco minutos y su asesino le fracturó cinco costillas, la clavícula derecha y una vértebra.
Según la sentencia, Mangeri ató y acondicionó el cadáver de la adolescente dentro de bolsas de residuos para luego desecharlo en algún contenedor de basura, razón por la que al día siguiente fue hallado en la planta de la Ceamse de José León Suárez.
Si bien al inicio se sospechó de algún asesino que la interceptó en la calle, luego de la aparición del video que probaba que había llegado a la casa, la mira se posó sobre el entorno familiar de la víctima, en especial, sobre su padrastro, Sergio Opatowski, hasta que la noche del viernes 14 de junio, Mangeri fue llevado a la fiscalía para una declaración testimonial y allí se autoincriminó cuando le dijo a la fiscal María Paula Asaro: "Soy el responsable de lo de Ravignani 2360. Fui yo".
Esa confesión no tuvo valor legal, pero la evidencia clave contra Mangeri fue el cotejo de ADN que determinó que debajo de la uña del dedo índice de la mano derecha de Ángeles se halló el perfil genético del portero, lo que probó que la chica rasguñó a su asesino en un intento de defensa.
El 15 de julio de 2015, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 9 condenó a Mangeri a prisión perpetua como autor de los delitos de "femicidio en concurso ideal con abuso sexual y homicidio agravado criminis causae", sentencia que fue confirmada hasta por la Corte Suprema.
Mangeri recién podrá recuperar la libertad en 2048, cuando tenga 80 años y luego de haber pasado 35 en prisión.
Fuente: Télam