La pastelera que denunció al chef Pablo Massey por acoso y abuso sexual, primero en redes sociales y ahora en la justicia, puso en evidencia algo de lo que no se hablaba públicamente: que la violencia de género también está presente en la gastronomía, una realidad que ella revela en esta entrevista con Télam.
"Sabía que quería decirlo y hacer algo. Sabía que no podía quedar impune", dice Trinidad Benedetti en una charla telefónica que acepta dar luego de presentar la denuncia judicial.
Melisa García, presidenta de la Asociación de Abogadas Feministas (Abofem), la representa y confirma a esta agencia: "El viernes presentamos la denuncia penal, de manera virtual, por acoso y abuso sexual en la Fiscalía de Género de Vicente López, que es la jurisdicción correspondiente donde sucedieron los hechos, porque su lugar de trabajo era en Olivos".
En ese barrio de la zona norte del conurbano bonaerense está la panadería de Pablo, La Pana, adonde la joven pastelera trabajó hace cuatro años, cuando llegó "muy ilusionada, porque era un montón para mi entrar a ese lugar".
Hace unos días ella subió un video a su cuenta de Instagram donde cuenta que fue "manoseada" por el cocinero, que sufrió "acoso y hostigamiento" y que Rodrigo Da Costa, Nicolás Calderone y Joaquín Aramburu -que tienen distintas responsabilidades dentro del restaurante- "no hicieron nada".
El relato de la profesional de 24 años tiene todos los detalles de las situaciones que vivió y el video se hizo viral.
"No quiero que el protagonismo sea sólo por esto, no es lo único que me pasó en la vida", afirma, y así explica su posición, su decisión de dar esta entrevista y de no ser fotografiada.
"Necesito seguir adelante y procesar todo esto", comparte.
Antes de hacer pública su denuncia, habló "con mucha gente, de fuera y de dentro del ámbito gastronómico que me dijeron que era lo 'normal', que no les sorprendía. Casi todas las mujeres del rubro vivieron situaciones violentas en las cocinas. Alguien tenía que hablar, jamás pensé que iba a ser yo".
Habla con la frescura intensa de joven conurbana, se permite reír, y hay silencios en algunos momentos en donde busca las palabras para contar lo que vivió en estos cuatro años, hasta que hizo su proceso, y decidió denunciar.
"Tenía 20 años cuando todo ocurrió. Era un ambiente super machista, nefasto. Los comentarios eran tremendos. Hay situaciones que se 'normalizan', que ahora, a la distancia, puedo ver de otra manera", cuenta.
Cuando se fue de La Pana, trabajó unos pocos meses en Narda Comedor, y luego se fue a vivir un año a México.
Regresó a Argentina, y a los pocos días consiguió un trabajo del que habla con entusiasmo.
"Es un proyecto chico, de gente que no viene de la gastronomía. Amo mi trabajo en esta nueva empresa que estamos formando, somos jóvenes. La gente de mi trabajo, la posición que logré allí, sin dudas, ayudaron a que yo me decidiera a hablar ahora", analiza.
Y resalta que las personas con las que trabaja, sus amistades, y una profesional de la Red de Psicólogas Feministas, son quienes la acompañan y alientan.
A partir de la viralización del video de Trinidad, mujeres chef, bartender y de otros rubros gastronómicos, subieron un texto apoyando a la joven en sus redes sociales, pidiendo que no silencien estas situaciones, que se realicen capacitaciones en género en las cocinas y que los varones acompañen a sus colegas.
Consultada por Télam, la cocinera Narda Lepes prefiere no dar una entrevista porque "es tiempo de que las generaciones jóvenes hablen, las estamos apoyando".
En tanto, la cocinera Ximena Saénz, en diálogo con esta agencia, reconoce que "todas las cocineras tuvimos que ponernos una coraza para sobrevivir. Venimos de una sociedad machista y las cocinas son un escenario más de esa sociedad".
La profesional comenzó a trabajar a los 22 años, y en se momento "me costó mucho adaptarme al chiste sexual constante, a la provocación constante, eso es común en las cocinas, y en general, sos la única mujer, con hombres más grandes y que son jefes".
Saénz considera que "hay cambios en las cocinas, como en la sociedad, sobre todo lo veo en mis compañeros más jóvenes. A las cocinas 'viejas', les queda poco tiempo".
"¿Cómo puede ser que lo tengamos tan naturalizado?", reflexiona la cocinera.
Porque a través de la Encuesta de Género en Gastronomía del Mapa de Barmaids & Afines, una comunidad sobre gastronómicas, aún hay apoyos corporales por la espalda a las cocineras cuando van con las manos ocupadas con bandejas en alto, o sus compañeros las tiran del bretel del corpiño o las tocan.
Así lo relata a Télam Laura Marajofsky, periodista creadora del Mapa.
El relevamiento que hicieron el año pasado reveló que el 30% de las empleadas del sector gastronómico sufrió algún tipo de abuso.
"El sexismo, la desigualdad, la precarización se da en todos los ámbitos ¿cómo no va a suceder en gastronomía? ¿por qué no se hablaba de esto?", cuestiona.
Y añade que "hay variables que empeoran la situación en el sector: las chicas comienzan a trabajar muy jóvenes, sin experiencia, sin confianza, sin herramientas para enfrentar estas situaciones que no deberían suceder ni deberían tener que sentirse a salvo, pero suceden".
Trinidad cuenta en el video que, cuando compartió con algunos varones de su trabajo la situación de violencia de la que había sido víctima, algunos le pidieron "endurecete, defendete, poné límites, un discurso común que naturaliza la violencia", aporta Marajofsky.
El Mapa es un proyecto pionero en el país que trabaja para visibilizar la situación de las mujeres en el sector, que tiene una alianza con AboFem, que creó un protocolo para prevenir y actuar ante situaciones de violencia de género, que brinda capacitaciones y que se extendió a Chile, Perú, México y Uruguay.
A Trinidad la están contactando "muchas y muchos chefs conocidos y respetados que me dicen que soy valiente, que me agradecen que hable", dice la joven.
Pero también dice que "hay mucha hipocresía, porque ¿por qué se callaron, se callan? Hay poca gente haciendo mea culpa".
Trinidad Benedetti es pastelera profesional, pero también fue camarera, parrillera, pizzera, estuvo a cargo de la cocina de un bar, es decir, pasó, a pesar de su juventud, por todos los roles del rubro, y ahora apuesta el proyecto Fermento.Lab.
Pero sobre todo "soy cocinera, y eso quiere decir que lo mio es hospitalidad y servicio. Me gusta que la experiencia del cliente sea majestuosa, que el croissant sea el mejor, pero que toda la experiencia de la clientela lo sea".
Entre los miles de mensajes que recibe hay muchos de otras mujeres del mundo gastronómico del país y el exterior que "me cuentan cosas terribles".
"Siquiera la nueva generación gastronómica, donde funcionamos mucho colectivamente, logre el cambio. Quiero que las cocinas cambien. Soy feminista. Lo personal es político", cierra la charla.
Y esa frase feminista, que ella puso en acción, espera ahora el compromiso social, que no sólo incluye a la justicia, para el real cambio cultural que genero una gastronomía sin violencia de género.
Fuente: Télam