Pronto se cumplirán cinco meses del asesinato de Fernando Báez Sosa en manos de una patota de rugbiers y el dolor sigue vivo, como el primer día. Entrevistados por el programa Gritalo en privado, Graciela y Silvino, su mamá y su papá, dieron cuenta de cómo atraviesan su duelo y recordaron a su hijo en estos días tan difíciles donde la cuarentena no ayuda.
Además, la pareja rememoró el momento en el que recibieron la terrible noticia. Así relató Graciela ese día en el que, poco antes de levantarse para ir a trabajar, su celular empezó a sonar.
“Una señora me dijo que mi hijo había tenido un accidente, yo en ese momento ya me estaba agarrando ropa para salir para Villa Gesell. Al rato, vuelve a sonar el celular y era un comisario. Él nos los dijo como si nada que nuestro hijo estaba muerto", contó.
Y siguió, desgarrada: "Recibir esa noticia fue terrible, fue la peor de mi vida. No lo podía creer. Yo les decía que no podía ser verdad, les pedía que me dijeran que no era cierto. Me hubiera gustado ser yo la que hubiera estado esa noche ahí, haber estado en su lugar”.
"Recibir esa noticia fue terrible, fue la peor de mi vida. No lo podía creer. Yo les decía que no podía ser verdad, les pedía que me dijeran que no era cierto".
Graciela admitió también que, para poder caer en la realidad y procesar lo que había pasado, necesitó ver las tremendas imágenes del momento de la muerte de Fernando.
"Tomé el coraje y miré el video a escondidas. Yo creo que nunca más seré la de antes. Le ruego a Dios todos los días para que me de fuerza y que esto no le pase nunca más a ningún otro chico", dijo, entre lágrimas.
"Tomé el coraje y miré el video a escondidas. Yo creo que nunca más seré la de antes. Le ruego a Dios todos los días para que me de fuerza".
Sobre el joven, que tenía 19 años, destacaron lo compañero que era y cuánta falta les hace. “Compartíamos un montón de cosas y hoy, de repente, no está. No sé cómo hago para seguir adelante en el día a día. Hay días en los que no quiero salir a la calle y me agarran temblores cada vez que veo la foto de mi hijo en los carteles pidiendo Justicia", admitió ella.
Silvino, por su parte, remarcó el vacío que Fernando dejó en la casa: "Se me ha ido la felicidad, el poder charlar de cualquier cosa con él mientras comíamos ñoquis”. “Hoy, después de cuatro meses, cuando nos sentamos a la mesa, sentimos el vacío. No podemos llenarlo con nada", destacó. Y añadió que todo empeoró con el aislamiento obligatorio.
"Antes teníamos a nuestra familia que venía a casa y podíamos distraernos. Por suerte, tenemos una vecina que nos mima con algunas cosas. Nos hizo pan casero, por ejemplo", contó.
Hoy, lo único que les da fuerza es esperar lo que dictamine la Justicia. "Ellos dirán quién es culpable y quién tiene que pagar, y ahí voy a estar yo para verlo", sentenció el papá del estudiante, sin consuelo.