Las irregularidades que llevó a la clausura de la clínica estética del doctor Rubén Mühlberger, reconocido por tratar a muchos famosos, dio paso a que exempleados del profesional de la salud rompan el silencio en la TV.
Este viernes, Paola Fuentes, una extrabajadora de la clínica de Mühlberger, visitó Intrusos, relató situaciones de maltrato y un gravísimo hecho del que dice haber sido testigo.
"¿Hubo algún caso de que se le baje la presión a un paciente en medio de una operación?", le preguntó Guido Záffora a la señora.
"En uno de mis recorridos veo a esta señora, que estaba pálida, blanca, que se desmaya. Yo le avisé (al doctor) y él no bajó a verla".
Dispuesta a hablar, Paola contestó: "Esto le pasó a una paciente que estaba al lado de una famosa, en la sala de quelación. Ella era muy gordita y se hizo una lipo láser. Yo paso en uno de mis recorridos y esta señora estaba pálida, blanca, y se desmaya. Yo le avisé (al doctor) y él no bajó a verla, se quedó en su consultorio. Al lado de esta paciente estaba Leonor Benedetto. Lo primero que nos dicen es que saquemos de ahí a Leonor, porque esta señora se hizo pis, caca, todo. No le podíamos tomar el pulso. Él doctor me dice a mí '¡hacé algo!'", comenzó relatando la exempleada de Mühlberger, segundos antes de romper en un desconsolado llanto.
"Para él los pacientes eran un números; no le importaba la vida. Esa señora estuvo sola. Yo me quedé con ella, junto con otra compañera. Las dos quedamos muy mal"
Atento a las emociones de Fuentes, Jorge Rial tomó la palabra: "Tranquila, vos no sos culpable de nada. Esta es la angustia que tendría que tener el doctor Mühlberger. Él tendría que estar llorando y pidiendo disculpas… Fijate que primero se interesaron por la famosa, querían que no vea lo que pasaba. No le importaba la salud de la víctima".
Desbordada en llanto, Paola retomó el relato: "Para él los pacientes eran un números; no le importaba la vida. Esa señora estuvo sola. Yo me quedé con ella, junto con otra compañera. Las dos quedamos muy mal. Yo la lavé, la cambié y limpié todo con lavandina hasta que la reanimaron. Yo no la podía dejar sola. Yo en ese momento no me puse a llorar, quería ayudarla, pero cuando iba a mi casa me puse muy mal. Llegué llorando. Para mí esa persona había muerto. Después, esta paciente fue dos o treces veces más y no fue más. Me dio mucha pena verla así”.