Donde hubo fuego cenizas quedaron reza el refrán, y bien lo saben Ivana Nadal y el Pollo Álvarez. La buena onda entre la diosa de La peña de Morfi y el conductor de Combate siempre se mantuvo intacta luego de su separación. Incluso, se animaban a jugar al misterio en las redes sociales publicando fotos juntos en eventos y hasta en la casa del periodista.
“Nada más lejos de la realidad, yo estoy muy bien conociendo a otra persona. Mi chica sabía que nos íbamos a ver, capaz no le divierte la foto… Estábamos jugando y ya veo que me compro un quilombo nuevo”, le decía el Pollo a Ciudad.com, en abril pasado, en pleno romance (nunca blanqueado oficialmente) con Florencia Torrente.
"Estamos en Brasil porque coincidimos en un trabajo juntos. Si bien tenemos la mejor porque nos queremos mucho, no hay nada más que eso. Yo cierro la puerta a una reconciliación, solo nos queremos mucho", aseguró el Pollo a Ciudad.com.
Por su parte, Ivana también terminó su relación con Hernán Rey, su novio de la adolescencia, a quien la diosa de Telefe le había enviado aquellas famosas fotos íntimas. “Para mí fue un hacker, yo ni siquiera ando alardeando que salgo con ella”, confesaba el ignoto joven a este sitio.
Ya separados y libres de entregar su corazón, la parejita tuvo un revival de pasión en la soleada Río de Janeiro. La revista Caras los encontró infraganti en las calles de Barra Da Tijuca, donde se hospedó en un hotel cinco estrellas situado a pocos metros de la playa, con vista al mar, piscina descubierta y todo el confort. Muy mimosos, Ivana y el Pollo pasearon relajados tomados de la mano y el muchacho hizo gala de su picardía con alguna que otra manito pícara.
Sin embargo, consultado por las imágenes, el conductor le bajó el tono a la reconciliación. “Estamos en Brasil porque coincidimos en un trabajo juntos. Si bien tenemos la mejor porque nos queremos mucho, no hay nada más que eso. Yo cierro la puerta a una reconciliación, solo nos queremos mucho”, fue la respuesta del Pollo.
Ya lo dice aquel otro refrán: una imagen vale más que mil palabras…