- ¿De qué se trata Tramatango y cómo surgió la idea?
- Tramatango está formado por tres escenas. Cada una es una historia diferente casi como una obra en sí misma pero están presentadas como una unidad. La primera se llama "Sintonías" y fusiona el tango con la danza contemporánea. Refleja el conflicto del vínculo actual entre el hombre y la mujer, de cómo nos relacionamos hoy en día y como nos cuesta hacerlo también. "Pugliese Yumba", la segunda, es un homenaje a Osvaldo Pugliese, una orquesta y una música que te ofrece una amplísima gama de posibilidades expresivas y coreográficas. Él, sus bailarines y su música son para nosotros, los bailarines de tango, el sumun, por eso quise incluirlo en esta parte de la obra y así trabajar con un material más tradicional pero con ambientación contemporánea.
La última parte que se llama "Tango Congo" es sobre una idea que vengo trabajando hace bastante tiempo, sobre los aportes de la cultura afro en Argentina a través de los esclavos que llegaron en el siglo pasado. Tramatango tiene distintos recorridos y lo importante al momento de pensarla fue el trabajo junto a Alejandro Cervera quien me propuso juntar estos 3 momentos que en un principio yo pensaba como obras separadas. Se nos ocurrió que el hilo conductor sea una pareja misteriosa que a su vez haga un preludio en cada una de las escenas, acompañada de un audio en donde se cuelan vestigios de lo que uno verá después.
- ¿Cuánto te llevó planificar, armar y llevar la obra a escena?
- La verdad fue a último momento porque se generó el espacio para hacer la temporada en el complejo teatral. Me llamaron y yo tenía las ideas en el aire. Así que en 20 días junté el elenco para hacer la pre producción y cinco semanas y media después nació Tramatango. Si bien la primera parte -"Sintonías"- ya existía, hubo que recrearla en muy poco tiempo. El aporte de Alejandro fue muy importante porque me ayudó a organizar mis ideas.
- Sobre "Sintonías", quisiera que ampliaras más el tema de la relación entre hombres y mujeres que mostrás a través de la danza
- Tiene cuatro momentos representados por cuatro temas. En el primero los bailarines, que son tres hombres y tres mujeres, están sueltos en el espacio. Son como átomos flotando en el aire, que empiezan a ser influidos por ciertos magnetismos y fuerzas externas que los empiezan a mover y eso hace que se vayan encontrando hasta complementarse. A partir de ahí se forman las parejas. De alguna manera quiero representar un encuentro a nivel de la física, del magnetismo, como uno atrae lo que sucede. Una vez que se arman las parejas, construyen su propio ADN, su personalidad.
En el segundo tema estas parejas toman conciencia de la existencia de los otros y empiezan a interactuar con ellos generando cruces, tríos, cuartetos. Todos interaccionan con todos. Refleja un poco lo que siento que ocurre en la vida moderna. Este segundo número muestra cambios en estas seis personas que en el primer tema se habían definido como pareja. Después de este primer cruce de histeria y de vaivén irrumpe una pareja de milongueros mayores que bailan un tango tradicional muy abrazados que aparece y desaparece casi como si fuera un sueño. La idea es la confrontación de todo ese desorden contemporáneo con la pareja arquetípica de nuestros abuelos, a partir del lenguaje del tango. En el cuarto número las parejas vuelven a la intimidad desde otro lugar, desde su lugar de jóvenes con una música muy romántica en donde de alguna manera ellos vuelven a valorizar esta cosa del abrazo.
- Antes hablaste de una influencia afro en el tango, ¿Cómo es eso?
- Es muy curioso cómo empezó. En 2002 fui a trabajar al Cairo y a partir de ahí, no se porque, me pegó la onda afro. Me topé con un libro que se llama "Buenos aires negra" que hace un análisis exhaustivo de la influencia de la cultura afro incluso en el tango. A principios del 1800 en Argentina había un 30% de población afro y es justo la época en donde se empieza a gestar el tango. Yo de alguna manera cuando escucho ciertas orquestas percibo una rítmica tan compleja que según mi apreciación ahí hay mucha influencia afro.
- ¿Cómo ves el machismo en el tango?
- Sabemos que el tango tiene un costado machista muy fuerte. La mujer es llevada por el hombre. Si bien hay ahora una onda diferente que viene de Europa donde las mujeres también llevan. Pero estructuralmente es así y esta bien que sea así. En mi caso que vengo de una familia europea sin cultura tanguera y siempre estuve acostumbrada a bailar sola y a no depender de nadie. El tango me enfrenta con esa cosa tan intrínseca de los roles masculinos y femeninos que están en la naturaleza y no son solamente culturales. Por eso me costó muchísimo, porque tuve que aprender a dejarme llevar, a confiar en el otro y a no tener el control de la situación. El rol del hombre tampoco es fácil. A ellos les cuesta mucho llevar a la mujer y asumir ese papel, sobre todo ahora.
- Qué ironía que en esta época de tanta independencia en las relaciones personales se haya puesto de moda el tango...
- Yo tengo una teoría sobre eso y además hice una especie de investigación hablando con gente del exterior y alumnos míos. No es casual que se ponga de moda ahora que vivimos a un nivel de independencia máxima de la mujer y de roles desdibujados. A ese desorden se contrapone el tango, que te enfrenta con otra realidad que a todo el mundo le atrae. Tanto es así que hasta las mujeres súper independientes nos abrazamos y nos dejamos llevar. Por eso también creo que el tango no es sólo una moda pasajera sino que va a seguir creciendo porque hay algo transformador en el abrazo de este baile, en el poder expresar los sentimientos sin el lenguaje.
- ¿Se podría decir que de todos los bailes, el tango es el más romántico?
- Yo creo que si. Porque, por ejemplo, la salsa tiene mucho contacto físico pero no desde el amor. Es más lúdica, más festiva, y a nivel coreográfico no tiene tanta variedad. En cambio, el tango tiene una variedad infinita: cada bailarín tiene su forma de marcar, su forma de combinar los pasos. Además creo que toca puntos muy íntimos y emocionales, no es solamente un baile para divertirse. Hay componentes más profundos que movilizan. La forma en que te abrazás es tan estrecha que no lo harías con un desconocido si no fuera por el baile.
- ¿Cómo empezó tu amor con el tango?
-Yo era bailarina de danza contemporánea en el grupo de danza del Teatro San Martín. Nunca me había interesado por el tango. En ese momento, mi coreógrafa, presentó un espectáculo de tango con un joven bailarín muy bueno que resultó ser Miguel Soto. Fui a los ensayos y por primera vez tuve contacto directo con ese baile que me enloqueció. Miguel empezó a dar clases de tango y fuimos varios bailarines. Yo casi simultáneamente empecé a noviar con él, y a los tres meses vivíamos juntos. Cuando lo llamaron para integrar "Tango argentino" en Estados Unidos me propuso que vaya. Yo hacía poco que me iniciaba en este baile. Por eso me costó tanto decidirme. Pero era el mejor espectáculo de tango que había en ese momento. Me tiré a la pileta y acá estamos.