"No me gustó nada lo que hizo el otro día. Me molestó y él lo sabe".
Las lágrimas de Lourdes Sánchez no estaban en el guión y se notó en el rostro sorprendido de Marcelo Tinelli y todo el jurado. Tras el romántico compromiso en vivo con el Chato Prada, el conductor quiso saber cómo seguía la pareja y metió la pata hasta el fondo. “Capaz nosotros estamos insistiendo con algo y capaz la pareja no está pum para arriba”, comenzó Marcelo.
La bailarina y el productor no atraviesan un buen momento y la bella morocha no ocultó su disgusto ni sus lágrimas. “No me gustó nada lo que hizo el otro día. No voy a hablar más de él. Me molestó y él lo sabe. No quiero hablar porque me pone muy mal”, se limitó a responder Lourdes, antes del baile, que tuvo un escandaloso final. Cuando terminó la coreografía, Sánchez se sacó el anillo y lo tiró en la mitad de la pista para que lo viera su novio y un país entero.
"Él estaba como obligado y yo lo deseo mucho eso, pero que salga de él. Tampoco estoy mendigando y muchos me lo dicen".
Pero el momento más álgido ocurrió cuando el jurado comenzó sus devoluciones. Con un ojo clínico para leer los sentimientos, Moria Casán dio un diagnóstico de desamor y Lourdes no lo soportó. “No me gustó, siento que fue muy cortada. La vi un poco triste y no se pudieron relajar. Siento desde mi lugar de mujer que Lourdes no la está pasando bien, que tiene cierta angustia. No los vi bien. Siempre estás estupenda, pero me pareció que estabas triste. Lo sentí verdadero esto, que a vos te duele esto de mendigar que te quieran y dijiste basta. Entiendo que el señor Prada es un amor de persona y no sé qué habrá pasado entre ellos. Lo siento mi reina”, fue la devolución de la diva.
La bailarina escondió el rostro en el hombro de Diego Reinhold y comenzó a sollozar. Las caras en el estudio cambiaron en una fracción de segundos y la cámara ya no mostró a Chato Prada en el control. “Él estaba como obligado y yo lo deseo mucho eso, pero que salga de él. Tampoco estoy mendigando eso y muchos me lo dicen”, fue lo único que pudo hilvanar Lourdes, con la angustia todavía en la garganta.