El vínculo amoroso se representa por fuera de los estereotipos sobre el gay amanerado, extrovertido, o humorístico. Y en esto reside el punto fuerte de la historia.
En medio de peleas judiciales, acción, y picantes relaciones laborales, Farsantes empezó a delinear una historia de amor convertida en uno de sus conflictos más atrapantes.
Se trata del vínculo amoroso entre el personaje de Julio Chávez (Guillermo) y Benjamín Vicuña (Pedro), una relación llena de sutileza y alejada de los estereotipos sobre las parejas gay.
Guillermo es un poderoso e inteligente abogado dueño de un estudio jurídico cuya familia está junta pero desintegrada: su mujer (Ingrid Pelicori) es alcohólica y su hijo (Chino Darín) mantiene una complicada relación con ella. Pedro, en cambio, planea casarse sin demasiadas expectativas con su hermosa novia (Julieta Cardinali), pero está conectado con otros rumbos: su flamante incorporación al estudio de Guillermo. En este contexto, un "te amo" hacia ella dice menos que una mirada hacia Guillermo. Con lo laboral como vértebra de la relación, entonces, comienza a gestarse un intenso vínculo.
En el vínculo aparece algo de lo sentimental que excede las cuestiones de género. El efecto es inmediato: el personaje de Chávez genera identificación por lo que le pasa, más allá más allá de por quién le pasa.
Si bien hasta ahora sólo hubo miradas y charlas cómplices, Guillermo asume su atracción por Pedro y sufre por la controversia que esto le despierta. La devolución empieza a ser la misma. Pedro lo mira con suma admiración y sospecha por la sexualidad de su socio.
LO SEXUAL Y EL AMOR
El vínculo amoroso se representa por fuera de los estereotipos sobre el gay amanerado, extrovertido, o humorístico. Y en esto reside el punto fuerte de la historia. El guión, tan sutil como las actuaciones, le escapa a lo sexual y lo pasional como primer (o último) objetivo. En lugar de eso, en cambio, aparece algo del orden del cuidado y del respeto al otro -de Chávez a Vicuña-, la admiración -de Vicuña a Chávez- y por sobre todo, del amor.
Sí, aunque aún aún no hay más que una intensa relación laboral y amistosa, en los encuentros se juega lo sentimental, algo que excede las cuestiones de género. El efecto es inmediato: el personaje de Chávez genera identificación por lo que le pasa, más allá de por quién le pasa.
“El amor es una cuestión de fe”, acordaron ambos en una de sus charlas. ¿Hay algo más universal que la fe? El amor, quedó claro, excede toda diferencia.